Según el Gobierno de los Estados Unidos, la regulación beneficiaría a 7.000 empresas en tres años. La Asociación Internacional de Vehículos No Pilotados estima que se crearían en ese mismo período 70.000 puestos de trabajo con un impacto económico de 13.600 millones de dólares.
El ciudadano estadounidense que tenga un dron de entre 250 gramos y 25 kilos comprado después del pasado lunes tendrá que registrarlo antes de empezar a usarlo en el exterior, según la normativa de la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés). Quienes ya tenían drones, tienen hasta febrero para registrarlos. No comunicar los datos del artefacto y de contacto de su propietario puede conllevar multas de hasta 250.000 dólares y tres años de cárcel.
La proliferación de drones, cuyo precio en Estados Unidos oscila entre los 20 y los 30.000 dólares, expande posibilidades y peligros. Los aparatos se han hecho especialmente populares para la captura de imágenes. Hay grupos en la capital estadounidense que se reúnen los fines de semana en parques para surcar juntos los cielos. Pero, al mismo tiempo, no son inusuales las historias de artefactos cerca de aeropuertos, estadios o incluso prisiones con fines de contrabando.